Últimamente viajo en autobús todo lo que puedo, por aquello de preservar el medio ambiente, y he observado la forma de comportarse de nuestra juventud ante nuestros viejecitos. Sí, alguna excepción hay para que se pueda confirmar la regla. Viejos cansados por la edad y sin apenas poderse mantener en pie en esos autobuses, zarandeados por los frenazos y acelerones, con una mano en su bastón y con la otra agarrándose como pueden, a la barra de algún asiento ocupado cómodamente por un joven impasible. Esta imagen es bastante común y conocida por todos.

Algo falla cuando la juventud no respeta la vejez de sus mayores. Sin ese necesario respeto a esos mayores que, en su momento, les criaron y que sin ellos, no existirían. Respeto, al menos, por el sacrificio de esos viejos desgastados en la crianza de estos egoístas jóvenes que no existirían si no hubiera sido por la bondad y dedicación de los ahora mayores que necesitan recibir un poco, muy poquito, de lo que ellos han dado durante toda sus vidas. Respeto a esos viejos a quienes todavía les duelen los brazos por haber llevado en ellos tanto tiempo a esta juventud desagradecida.

Creo que algo esencial está fallando en nuestra sociedad y que alguien debería enmendar infundiendo con urgencia valores cívicos. Víctor Mengual Arrufat. Valencia.