El año pasado, el portero de mi casa se quejó del robo del niño Jesús en el nacimiento que había puesto en la escalera. Hasta dos veces secuestraron al niño. Algo parecido siento cuando veo, una vez más, anuncios de la próxima Navidad en los que no se ve por ningún lado al protagonista de la fiesta. ¡Lo han secuestrado! Agradezco enormemente a los comerciantes el pequeño misterio (así se llama) que muchos colocan en sus escaparates estos días. Es un modo sencillo y alegre de recordarnos qué estamos celebrando. José María Ferreira. Valencia.