En los años 80, antes de que Margaret Thatcher destrozara el estado de bienestar, disfruté del lujo de la medicina preventiva británica. Cuando fui a un centro de salud, sin pedirlo ni pensarlo, y sin listas de espera, se me ofreció toda una gama de servicios relacionados con la prevención de la maternidad no deseada y el control de enfermedades de transmisión sexual. Yo no salía de mi asombro ya que la idea de prevenir para curar parecía tener muchos más significados de los que había intuído hasta la fecha.

Dice Vicenç Navarro, experto de reconocido prestigio en economía aplicada a la salud, que uno de los motivos por los que la sanidad pública universal es mejor que la privatizada, total o parcialmente, es, curiosamente, el principio fordiano (sí, de Ford, adalid del capitalismo americano) de que cuando atiendes a una población muy grande (léase pacientes/usuarios/clientes) se abaratan los costes y se simplifica el servicio. Es decir, lógica capitalista para servir al socialismo.

Todo ello venía al caso de una carta que he recibido en mi domicilio de la consellera de salud Carmen Montón, invitándome a participar en un programa de prevención de cáncer colorrectal. Pura planificación socialista. La consellera Montón apoyo al soldado Sánchez. No la defenestren por favor. Mantengan lo poco que queda de socialismo tras las siglas. ¡Ójala hubiera montones como Montón!