¿A qué se debe el empeño de algunos populistas en cambiar la Constitución? ¿Es que alguno de sus artículos les impide vivir plenamente felices? ¿Acaso no tienen libertad para educar a los suyos en la ideología de género, el amor libre, el revisionismo histórico, el laicismo o en la cultura de la muerte? ¿O es que pretenden que una nueva Constitución obligue a todos los españoles a tragar y cumplir sus postulados progresistas sectarios? ¿Creerán que con esa imposición vamos a ser todos más felices de lo que ahora somos?

La experiencia nos demuestra que nuestros jóvenes no van a ser más felices por poder cambiar de sexo o abortar sin el permiso de sus padres. Como tampoco lo son por probar el alcohol y las drogas a los doce o trece años. Tampoco aumentará nuestro gozo si la religión desaparece de los colegios o si la Iglesia ha de pagar el IBI o suprimir sus actos litúrgicos de puertas para afuera.

No se puede tolerar que algunos pretendan legislar con la amargura que anida en su corazón. No es de recibo que traten de imponer su ideología a la sociedad entera, recortando derechos fundamentales y las libertades que la Constitución nos brinda a todos los españoles. Jesús Asensi Vendrell. Algemesí.