Hay innumerables ocasiones en las que, en efecto, lo mejor es no poner canción, en vista de la multitud de melodías pegadizas, mediocres, funcionales y exentas de la más mínima calidad que nos invaden por todas partes. Por suerte, en otras puede una encontrarse con grandes talentos prácticamente desconocidos del modo más casual, a través de las mismas redes que se encargan de transmitir con total impunidad una ingente cantidad de basura llamada eufemísticamente música, que por otra parte, la gente parece encantada de consumir.

Tal me sucedió al descubrir de un modo repentino e inesperado a una maravillosa cantautora argentina, que a mi entender, merece que se le dé un reconocimiento mucho más allá del país en que nació, o de México, aquél en que reside desde 1976, exiliada con motivo de la dictadura en Argentina, que fue causante de la desaparición de su hermana, Ester Felipe. Entre sus canciones abundan las críticas hacia la Iglesia Católica y sus innumerables malas praxis, la homofobia, el machismo, las teorías psicoanalíticas de Freud y Lacan... Enfocadas desde un punto de vista inteligente, irónico y humorístico, y que cuentan con la ayuda de su mujer, Jesusa Rodríguez, cuyo talento también merece ser alabado.

En una sociedad en la que se impone el vacío absoluto de unas letras repetitivas, (criticadas por Liliana Felipe, por cierto, en uno de los temas de su disco Matar o no matar) y de un arte en general, que va cada vez más encaminado a convertirse en simple objeto de consumo, me parece más que recomendable pararse a escuchar a quien sí tiene algo (muchas cosas) que decir. Tamara Hernández Pastor. València.