Cuando el hambre y el frío puedan más que la guerra, acuérdate de mi nombre. Cuando tu hijo te pida comida y llores porque no tienes nada para darle, acuérdate de mi nombre. Acuérdate de mi nombre cuando llegue la policía a tu casa con una orden de desahucio. Cuando pierdas el trabajo y ya no seas tan joven y nadie te dé una oportunidad, acuérdate de mi nombre. Cuando ya sólo te quede el cielo como lugar para vivir, acuérdate de mi nombre. Acuérdate de mi nombre cuando quieras recobrar las ilusiones y todo te lo impida. Acuérdate de mi nombre cuando grites y ni el eco te escuche. Cuando pienses que nadie te comprende, acuérdate de mi nombre. Cuando te hagan sentir que todo es bueno menos tú, acuérdate de mi nombre. Acuérdate de mi nombre cuando veas que todos te dan la espalda. Cuando ya no te quede casi ni la esperanza, acuérdate de mi nombre. Acuérdate de mi nombre cuando ya nadie quiera ayudarte a curar las heridas. Cuando se te acaben las opciones para salir adelante, acuérdate de mi nombre. Acuérdate de mi nombre cuando necesites entrar, o salir, y te cierren todas las puertas. Cuando sientas miedo de lo que pueda pasar mañana, acuérdate de mi nombre. Acuérdate de mi nombre cuando te sientes a escribirle una carta a la vida para despedirte de ella. Acuérdate de mi nombre entonces, o mejor, acuérdate de mi nombre ahora, antes de que nada de esto pase. Consuelo Jover. València.