Acudo a María Moliner: autodidacta «se emplea tanto en masculino como en femenino, se aplica al que se ha instruido o educado por sí mismo, sin ningún maestro o profesor». Nos decía una profesora de la Facultad de Magisterio que la enseñanza se ha producido cuando el alumno cree no haber necesitado profesor.

Autodidacta lo será el Paticas y su nieta. Miguel se educó en el mejor colegio de Orihuela, el Santo Domingo. En aquella época se estudiaba hasta los quince años un Bachiller, para seguir después una carrera universitaria, como correspondía al hijo de un burgués con inteligencia y vocación. Comerciante en cabras, pretendía para su hijo un lugar en la Administración como profesor o en algún ayuntamiento de escribano. Miguel se interesa por la Escuela de Periodismo de Madrid y recibe clases de su primo Plácido, escritor en Portada. Sus amigos de Orihuela son gente laboriosa pero con ciertos privilegios: seminaristas, religiosos y religiosas, sacerdotes, aristócratas e intelectuales; gentes con inquietudes literarias. De hecho, Miguel, a petición de su padre, estuvo trabajando en una notaría, en la empresa familiar hacía falta un par de brazos más pero se las arreglarían sin él. A Miguel no le gustaba el trabajo entre boñigas pero lo aceptaba.

Al nacer, tenía por vecinos al barón de la Linde, las clarisas, al doctor Pescador, casa que frecuentaría por amistad con su hijo que, exiliado, fue rector de la Universidad de Chile. El doctor Valoria iba hasta la calle de arriba para extraerle la pus de la pleura afectada, convencido de que moriría antes de que finalizase la guerra. En la cama, libros de San Juan de la Cruz, al cuello las medallas de la Vírgen de Monserrat y Jesús, regalo de su madre Concheta. Miguel tenía dicho a Sijé: «Educa a tu maestro». Y, terminada la contienda, prisionero, pidió a la monjita que le cuidaba que lo acercase a Orihuela con sus amigos de siempre, desoyendo los consejos incluído el vicario Episcopal Almarcha, que pretendían para él un lugar más saludable. Miguel subió al cielo desde el reformatorio para adultos de Alicante. Inés Guijarro Sanmartín. València.