Uno de cada cinco estudiantes inmigrantes en nuestra comunidad autónoma afirma no sentirse integrado. Es un dato preocupante que debe conducirnos a la reflexión. ¿Puede existir relación entre el baremo mencionado y el acoso escolar? Parece probable que así sea. Los expertos en esta materia hablan de la falta de integración (el aislamiento, la marginación) como uno de los síntomas visibles del acoso escolar. Resulta, por tanto, razonable considerar que una proporción de los casos del llamado bullying que se producen en nuestra sociedad sea consecuencia de una actitud negativa u hostil hacia aquellos individuos que vienen de fuera, que son diferentes (por sus rasgos, por su color de piel, por su lengua).

Este posible maridaje entre acoso escolar y xenofobia (racismo) ha de movernos hacia una nueva reflexión, no menos importante que la anteriormente planteada. ¿Qué papel juegan (jugamos) los padres de los estudiantes autóctonos -los de aquí- en esta problemática? Entiendo que nuestra responsabilidad, la de los padres, es grande. Con independencia del concurso y relevancia de otros factores posibles (entorno, amistades, redes sociales, cine, televisión), los progenitores, con nuestra actitud, influenciamos de forma cotidiana y permanente a nuestros hijos.

Las manifestaciones de corte denigrante o peyorativo hacia los inmigrantes que se materializan en presencia de los menores, por ligeras o insignificantes que puedan parecernos, les repercuten de un modo negativo porque van a tender a reproducir dichos patrones de conducta dentro de su hábitat social. Aunque no seamos plenamente conscientes de ello, nuestros descendientes nos imitan. Somos un espejo en el cual se miran para seguir creciendo; en todos los aspectos, los buenos y los no tan buenos. Así pues, pensemos en el mundo que queremos para nuestros hijos y mantengamos limpio ese espejo. Rodolfo Marqués Burguet. Alaquàs.