Es fundamental que entre la Administración y la ciudadanía, exista un lenguaje claro, conciso y redactado con propiedad, sin perjuicio de las singularidades terminológicas del Derecho. La Administración sirve con objetividad los intereses de la ciudadanía, por lo que es fundamental que su lenguaje sea conciso, entendible y eficaz para la comprensión de la ciudadanía. Porque es al final, la eficacia y la objetividad las que deben inspirar al Derecho y a las adminitraciónes públicas.

La Administración debe ser consciente del nexo de unidad inquebrantable del ente administrativo en conexión clara y diáfana con los ciudadanos, premisa ineludible contemplada por nuestra carta magna. El funcionario público al que asiste el deber ejemplar de aumentar la satisfacción del administrado, debe fundar sus actividades desde, al menos, una pretendida vocación de excelencia hacia su destinatario objetivo, esto es, la sociedad civil, los ciudadanos. Javier Bernat Silvestre. València