Señor director, en su artículo del domingo sobre el callejero habla de la calle Rey Don Jaime como de un callejón. Es la segunda vez que encuentro este calificativo en su periódico (como observará soy lectora diaria), y me ha dolido por haber vivido allí hasta que me casé. Estoy de acuerdo en que este rey merece una gran avenida en nuestra ciudad. Dicho esto he de defender la dignidad de la calle que hoy lleva su nombre. Tiene la característica de que todas las fincas, que datan de 1850, son iguales con un estado de conservación excelente y una línea constructiva muy digna, son pisos amplios con jardines en la parte posterior. Y quizá el primer proyecto urbanístico conjunto que se hizo en València, en los solares que quedaron del Convento de la Puridad a raíz de la desamortización de Mendizábal. De hecho, tiene un nivel de protección urbanística.

Del ancho de esta calle le diré que antes de su peatonalización tenía dos aceras de un ancho normal, a un lado aparcaban los coches en cordón y todavía quedaba sitio para una circulación normal. En fin, creo que no se merece que la califiquen de «callejón». Se da la circunstancia de que se encuentra contigua a la calle de la Conquista y a la del Moro Zeit, último gobernador almohade de Valencia, y las tres conforman una manzana con el mismo estilo arquitectónico, lo que da una coherencia al callejero en este punto. Fina Calvo Senent. Rocafort.