Hace unos años, cuando yo tenía sólo 6 ó 7 años, fui con mis padres y mis hermanos a Roma en un viaje familiar. Recuerdo que visitando la iglesia en la que está enterrado un santo español, mi padre me señaló la inscripción que se repetía en varios lugares : «Vale la pena». En ese momento, seguramente por mi corta edad, yo no entendí muy bien todo aquello que, según mi padre, se escondía bajo esas palabras.

Años después, cuando he visto a mi madre desvivirse por atender a diario a mi abuelo enfermo, madrugar para hacernos la comida de cada día a toda la familia, cuidar de la casa, repasar las facturas, ayudar a personas que lo necesitan, acompañarnos a misa, al colegio, a los partidos de fútbol, recogernos y llevarnos de viaje, rezar por los demás y sacrificarse una y mil veces€ cuando he visto que todo eso se puede hacer y que el único motivo para ello es el amor (en mayúscula), creo que he entendido el sentido de aquellas palabras que vi en Roma. Sí, ciertamente, la conclusión que puedo sacar es que para mi querida madre, toda esa entrega «vale la pena». Pablo Torres Sanfeliu. València.