Desgraciadamente, en las redes sociales hay gente que vierte su basura mental hacia otras, haciéndoles la vida un poco más difícil. El otro día en Twitter ocurrió un hecho que pasó inadvertido para muchos, pero para mí no y por eso lo relato aquí. Carmen L. es una amiga que admira como la que más a una escritora y periodista a la cual le mandó un tuit halagándola. Dicha escritora es víctima de un severo acoso desde hace años por un individuo que todavía sigue en libertad. Pues le gustó y retuiteó el mensaje, un simple gesto que alegró a mi amiga y enfureció al acosador, creando éste una cuenta para recriminar a la periodista lo que acababa de hacer: que si Carmen L. es una fascista, que si es esto o lo otro... A él está claro que Carmen L. y su ideología se la rempampinfla, pero todo lo que sea hacerle daño a su acosada, cumple con su objetivo y en Carmen L. había encontrado una excusa para seguir calumniándola una vez más.

Al ver lo que decía sobre ella, Carmen L. quiso hablar en privado con él para pedirle que las dejara en paz. Pero fue como negociar con un terrorista, con coacciones continuas. Llegaron a un trato: el acosador dejaría de meterse con las dos, a cambio de que eliminase el tuit. Carmen L. accedió pero por la escritora, porque no quería ponerla en un compromiso y eliminó su tuit. Él cumplió su palabra. Pero por desgracia, hasta la próxima. Roberto García Cabrera. Mislata.