«¡Gorda/o! ¡Fea/o! ¡Foca! ¡Ballena! ¡Maricón!» Claro, ¿quién puede deprimirse por adjetivos así entre chavales de Primaria? Si son cosas de niños.

­- «Tu hijo está insultando a mi hijo/a y le está haciendo pasar un mal curso».

- «¿Mi hijo? Eso son cosas de niños».

Ahí está el problema, en que el acoso escolar, el maltrato entre niños se fragua en casa. Tu hijo es un niño, pero cuando toma la decisión de ir en contra de alguien, de insultar, pegar, vejar a un compañero, deja de ser un niño y se convierte en un arma. No es un arma blanca, ni de fuego. Es un arma contagiosa, infectante. Porque los niños de su alrededor van a querer estar a su favor con tal de no verse envueltos en los mismos insultos que recibe el que, hasta entonces, era su amigo. Y tú, como padre lo estás viendo, te lo estás imaginando, lo intuyes porque es tu hijo y sabes que no se está portando bien con otro niño, pero te da igual. Y entonces, tú eres cómplice de esa arma contagiosa. Tu hijo es tu hijo, pero páralo antes de que lo conviertas en un delincuente. José Miguel Pérez Sanz. València.