Esta mañana, al mirarme al espejo he comprobado que soy menor de edad, aunque el plateado del cabello me delata. Tras cuatro décadas de democracia, nuestros representantes políticos siguen pensando que no somos capaces de decidir por nosotros mismos y por tanto nos siguen tutelando como si fuéramos menores de edad. Me siento defraudado cuando la democracia me ofrece el beneplácito de su reválida solo cada cuatro años.

Las consultas les asustan, las urnas les espantan. Nuestros políticos tradicionales presuponen que el voto les confiere carta blanca para hacer y decidir lo que les plazca. «Ciudadano: vótame y despreocúpate durante cuatro largos años». Los ciudadanos debemos ser corresponsables de la gestión pública, desde un barrio hasta el Estado. Tenemos que ser actores y participar activamente en el engranaje democrático; no podemos permitir ceder nuestra voluntad a los políticos: ellos solo deben de ser el brazo ejecutor de nuestras decisiones. Manuel Berna Pérez. Picassent.