El surrealismo de la ideología de género, impulsada por los autodenominados progresistas, no tiene límites. Quieren hacernos creer que el género de cada persona no viene determinado por los cromosomas, los órganos sexuales o el modo de utilizar el cerebro, sino por lo que cada uno siente o desea en cada momento. Por eso, como un recién nacido es incapaz de transmitir sus deseos de género, sugieren que a la hora de su registro no se especifique el sexo, que cuando tenga uso de razón decida cada cual qué sexo desea ser y a partir de ese momento ya aparezca en los registros y documentos oficiales.

Y entonces, si hasta que no tenga seis o siete años no vamos a saber a qué género va a pertenecer un recién nacido, ¿qué nombre se le pone entonces a la criatura? ¿Uno varón o uno hembra? ¿O acaso uno compuesto que combine ambos sexos? ¿Cómo le vamos a llamar mientras tanto? No hace falta que nadie nos lo explique, pues esta atrocidad salta a la vista y repugna al sentido común de las personas sencillas. ¿No creen? Pues... es lo que habrá si las próximas elecciones no lo remedian. ¡Manos a la obra! Jesus Asensi Vendrell. València.