En ocasiones, los actores se confunden con sus personajes, tanto por parte del público como por ellos mismos. Un ejemplo es el caso de Drácula y Bela Lugosi, y otro podría ser el del artista anteriormente conocido como rey y su personaje, que ahora es interpretado por su hijo. Los que manejan la Casa Real evitaron que dos compartieran escenario en el 40 aniversario de la democracia moderna en España: habría quedado grotesco, como Michael Knight y su gemelo malo con bigote y perilla. Pero un anciano y decrépito cazador de elefantes no ha sido capaz de asumir la realidad.

Este episodio me ha llevado a reflexionar sobre lo que sucede cuando alguien se perpetúa en la interpretación de un cargo público: los ciudadanos y el actor corren el peligro de confundir al personaje con la persona que lo interpreta. Al margen de los papeles a dedo, en las elecciones se asigna el reparto cada cuatro años y el público parece no querer renovarlo por ahora, ante lo cual, lo único que podemos hacer los espectadores es contemplar el espectáculo, aunque el resultado no sea mejor que Ed Wood dirigiendo a Bela Lugosi. Alfredo Alba Marín. Marines.