Hace unos días se celebró en el Congreso un homenaje a los que participaron en las Cortes Constituyentes de 1977. Y se celebraron los 40 mejores años de la historia reciente de España: los 40 años del actual sistema democrático. ¿Pero, quién construyó esta democracia?

El relato único de la Transición ya es de sobra conocido: las dos Españas se encontraron, se dieron la mano, se casaron, fueron felices y comieron perdices. Sin embargo, dejó por el camino varios centenares de muertos y muchas injusticias y olvidos que hasta hoy siguen perpetuados. Por un lado, la extrema izquierda ejecutó atentados (FRAP, Grapo y ETA, principalmente). Por otro, grupúsculos de la extrema derecha cometieron varios asesinatos (Falange Española, Fuerza Nueva€). Y, por último, las fuerzas del orden (los cuerpos parapoliciales y sus responsables ministeriales) reprimieron las protestas populares.

En el homenaje del otro día, Felipe VI profirió un discurso cargado de una gran dosis de eso que le llama reconciliación y con la cultura política que nació de la transición, pero nada, ni rastro de ningún tipo de crítica. En el año 2017, por primera vez un monarca se refirió al régimen franquista como dictadura. Se acordó de las víctimas del terrorismo, pero se le olvidaron muchísimas otras, o puede que no las contemple. No mencionó a las víctimas del franquismo: unas víctimas que aún hoy no han recibido un homenaje por parte del jefe del Estado, que siguen pudriéndose tiradas en cunetas y en fosas comunes y a las que el Gobierno les impide descansar en paz donde consideren sus familiares, víctimas que aún están procesadas por la justicia militar como delincuentes porque no se han anulado los juicios sumarísimos del franquismo, víctimas cuyos torturadores y asesinos nunca han sido juzgados.

Esta democracia no la trajeron personajes como Martín Villa, ni el rey, ni Suárez, ni Carrillo, sino los miles de demócratas que se organizaron y que lucharon incansablemente con su sudor y su sangre para recuperar la democracia en España. Porque no puede haber democracia con impunidad, ni libertad sin justicia, no olvidamos.