Luces. Cámara. Acción. Tres palabras necesarias para hacer frente a cualquier rutina que se interponga en el trayecto. Pero habitualmente utilizadas al comienzo de cada rodaje. La palabra roviene del latín rotare, dar vuelta a la rueda. Y de eso mismo se trata. De dar tantas vueltas como puedas y de girar tan rápido como quieras. Así que entonces. A qué esperas. Dímelo.

Esta rueda no se encuentra en un concesionario de coches, ni en el mecánico que hay al girar la esquina de tu casa. Ya que la tuya consume y desgasta más rápido de lo que te gustaría, sin la ventaja de poder contar con una garantía, reparación o recambio. Así que empieza con el rodaje, antes de que no se pueda hacer nada por ti.

Enciende todas las luces que tengas a tu alcance. Y las que no, se pospondrán. Abre tus ojos con ellas y mira, revisa y vuelve a ello. Así sucesivamente. Una y otra vez. No hay mejor cámara que la mente. Esa que con ayuda de los ojos, retiene todo lo que sucede y otros tantos momentos que devendrán. Pero aquí no se trata de darle al play, pausa o rebobinar. Cada momento tiene su principio y su final. Aunque solo de ti dependerá.

Debes pasar a la acción. Esa que muchas veces te hará pecar. Pero haz y deshaz tanto como te salga del genital. Siempre y cuando sea porque así lo sientas, sin validez de excepción. De lo contrario, quédate dónde quiera que estés y no pierdas el tiempo. Al menos no en eso. Se trata de una cuestión de tiempo. Porque es ya, es ahora. Así que tu rodaje puede empezar como es debido. Luces, cámara y acción. Nosotros nos encargaremos de todo lo demás. Las palomitas ya están listas. No esperes más.

Suerte con lo tuyo, porque no hay relato más realista que la vida misma. Cristina Serra Súñer. València.