¡Qué razón tiene Marc Cabanilles! En su artículo sobre la idolatría de ayer, día 19, califica la ignorancia como el peor virus que afecta al comportamiento humano. Amparándome en lo que dice, me animo a llenar parte del hueco de conocimientos que muestra en el aspecto religioso.

Cabanilles parece ignorar que todas las personas que se apretujan en torno a la Geperudeta saben perfectamente que es un trozo de madera adornado. ¡Claro que dicen: «Es la Virgen»!, como cualquiera de nosotros, incluido el mismo Cabanilles, afirma: «¡Es mi madre!» cuando mira una foto en la que aparece la mujer que le trajo al mundo. Y probablemente la bese y le diga cosas bonitas, aunque sepa que no es ella, sino una simple cartulina. Incluso, en un exceso de cariño disculpable, quizá la vaya mostrando por todo el mundo como lo mejor que existe.

Venerar, querer una imagen o a la persona que representa, es normal. Adorar es algo más serio: es reconocer la majestad, rendir culto a la divinidad, es decir, a Dios. Nadie que sepa un poco de cristianismo adora a la Virgen María ni a ningún otro santo. Sí que se acude a ellos buscando su intercesión ante Dios, y una imagen facilita esto. José María Ferreira. València.