En la polémica sobre los llamados vientres de alquiler, que en realidad debería llamarse úteros de alquiler, llama la atención la opinión de dos damas supuestamente progresistas, la Sra. Oltra y la Sra. Montón, expresadas en las páginas de Levante-EMV. Desde las posiciones de poder, desde sus poltronas, se abandonan ideas radicales anteriores a propósito del aborto como «mi cuerpo es mío y hago con él lo que quiero». Señoras, ¡su cuerpo ya no es suyo! Ahora hay que atemperar, regular, prohibir, pero todo en defensa de la gran causa, «la dignidad de las mujeres».

Sin embargo esta causa también se puede defender de otras maneras. Por ejemplo, la Sra. Montón podría interesarse por las malas condiciones laborales de las trabajadoras de la limpieza de las concesiones «externalizadas» de los hospitales públicos. Podría revertir la concesión o al menos exigir a las empresas sueldos más dignos o menor precariedad laboral.

Aunque son problemas muy diferentes, la hipocresía de esta polémica recuerda a la del maltrato animal: ¡no maltrate Vd. a los animales! ¡sufren mucho! Excepto si son toros o vacas, ¡estos no sufren!, con ellos puede ensañarse.

El mensaje que se da es el siguiente: Sra. o Srta., si usted está en una situación muy precaria, si sufre la crisis, si ha sido despedida de su contrato basura, si no puede dar de comer a sus hijos, ¡no alquile su útero para una maternidad subrogada! ¡perderá su dignidad! En cambio, ¡alquile su vagina! Y por el mejor precio posible, porque estamos en un sistema capitalista. La comprenderemos, nadie se lo reprochará, habrá salvado su dignidad. Pedro Frontera. València.