El pasado jueves, a las 10:30 horas me disponía a cumplimentar por fin mi matricula en el curso 2017-18 online en la Universidad Popular.

Primera sorpresa: me aparecen ya cubiertas todas las plazas del curso de Fotografía en el centro Malva-rosa y una libre en el de Russafa cuando introduzco mis opciones.

Segunda sorpresa: da notificación de error, eso sí, en inglés. Algo va mal. Mi hija me traduce que es en el servidor. Varios intentos más (35 en unas dos horas). Imposible. Sigue dando error.

Tercera sorpresa: analizando los interesados en estos cursos de esta ciudad se supone que van sobrados de conocimientos informáticos a la par que en idiomas.

Cuarta sorpresa: consigo una inscripción en teatro. Llega el momento de pago... y problemas con el pago. Comienzo otra vez todo el proceso.

Quinta sorpresa: ahora me indica al intentar pagar que ya estoy matriculada (¡pero no pagué aún, no me deja!), así que intento informarme en el teléfono habilitado para tal fin. Nada. No atienden.

Tras todo ello, desilusionada, reflexiono: si en hora y media se terminaron la mayoría de plazas y colapsamos el servidor, me quedo estupefacta por el interés que tenemos por aprender o porque el ayuntamiento gastó nuestros impuestos una vez más sin analizar previamente los pros (yo no he encontrado ninguno, vaya) pero sobre todo los contras de esta nueva forma de solicitud de plaza. María Ester Irisarri Martín. València.