¿Que qué tienen que ver el «brexit» y el «catalanexit»? Pues hemos visto como en la última década ha sido rescatada la banca, que no ha devuelto nuestros cuarenta mil millones de euros, mientras la deuda de miles de desahuciados no ha sido perdonada; también hemos visto como las reformas laborales han arrojado a muchos trabajadores al pozo de la precariedad; o cómo los recortes en los servicios públicos han aumentado el sufrimiento de tantas personas... Esto y cosas parecidas han ocurrido en España, Reino Unido y otras partes de nuestro desdichado continente, que sigue obedeciendo a la Comisión Europea a pesar de que ya medio mundo ha descubierto que las recetas austericidas aumentan la pobreza de la inmensa mayoría y su desprotección legal.

Así pues, cuando el estado, otrora garante de la seguridad en provisión de pensiones, escuelas, hospitales y colchón social, se convierte en una triste sombra de lo que fue, no es de extrañar que las antiguas tensiones tribales afloren y despierten el nacionalismo, la xenofobia, y lo peor de las personas, porque no hay nada más emocionante que sentir el pálpito de la humanidad en los otros, los diferentes; ni nada más bello que el brillo de las pupilas que se reconocen en ojos extranjeros. Por eso el brexit, el catalanexit y el acecho de la ultraderecha son la consecuencia y el fracaso de una política que debería, ya, hacer mutis por el foro. Ana Gómez García. Rocafort.