Las leyes no escritas del mar dicen que el capitán debe ser el último en abandonar el barco. No sé quién es el «capitán» de las empresas catalanas, pero sí sé que Codorniu entra dentro de la orden de mando. Una orden de mando que comienza a quedarse sin representantes. Codorniu se veía sola y ha decidido saltar por la borda. La empresa, falsamente tachada de independentista, se une a la lista de desertoras. Abandona sus raíces para establecer su sede social en La Rioja. El marinero medio, cuando ve a su capitán saltar se ve en la obligación de hacer lo mismo. Se prevé que más de 500 pymes y minipymes salten del barco en las próximas semanas.

El mayor desastre empresarial de la historia de España no ha hecho más que empezar y los catalanes son los más perjudicados. Esperemos que la decisión de Codorniu sea un punto de inflexión para Puigdemont y que decida cambiar e intentar salvar un barco que quizá sea demasiado tarde para sacarlo a flote. Veremos si estamos ante un estratega político para el recuerdo o ante un loco, alienado, que perdió los estribos hace meses, que está llevando a su país a la perdición y que a este paso acabará en prisión. Carlos Colomer Barcia. València.