Mientras almorzábamos, un amigo que acababa de visitar algunas ciudades del norte del país me comentó algo que le llamó poderosamente la atención. En todas las ciudades había visto, en los balcones, banderas de España, pero en Bilbao no vio ninguna: ni una sola. Yo le hice la siguiente reflexión: ¿De verdad, en todo Bilbao no hay nadie que se sienta vasco y español?

Claro que los hay, desde luego, puesto que según las últimas encuestas el nacionalismo vasco está alrededor de un 25% del total, pero los no nacionalistas tienen miedo, siguen teniendo miedo y constituyen lo que se puede llamar (por desgracia) la mayoría silenciosa. Y eso pasa, también, en Cataluña, donde apenas un tercio de la población ha montado todo lo que ha montado, en estos últimos días.

Y, justamente, en estos sitios la minoría dominante desprecia los símbolos de la democracia que les ha permitido la libertad de la que disfrutan, y practica un fascismo capaz de encerrar en sus casas a la mayoría de la población e impedirles mostrar cualquier símbolo ajeno a sus símbolos supremacistas. Y, encima, los otros son los fascistas e intolerantes. Salvador Ruiz-Fargueta. Vedat de Torrent.