El presidente de la Comunitat Valenciana Ximo Puig, se ha entrevistado con la ministra de Agricultura, Tejerina, solicitando trasvases de agua desde el Tajo. Puig actúa de acuerdo al escaparate social. Los políticos son verdaderos actores que actúan cínicamente buscando su único fin: los votos. Él, que aplaudió a Zapatero para la anulación del trasvase del Ebro a la Comunitat Valenciana. Ellos, que manifestaron con las bocas llenas de mentiras que las desaladoras solucionarían con creces las necesidades de agua de la costa levantina. Ellos que, por el contrario, si aprobaron el trasvase catalán del Ebro a Barcelona. Ellos, ahora, descaradamente exigen el sacrificio del agotado Tajo para que la gente olvidemos a los verdaderos culpables que impidieron el salvador y necesario trasvase Ebro-Júcar-Segura.

¿A quién le importa dónde están los 1700 millones de euros despilfarrados en desaladoras paradas o funcionando al 30 %? ¿A quién le importa que la infrautilización de las plantas, ahora bajo sospecha, ya supusiera en 2012 una queja formal por parte de la Comisión Europea? Una red de 12 plantas que, a pleno rendimiento, no llegaría al 10 % de la demanda conjunta total de las cuencas del Júcar y el Segura a las que sirven y que cuesta por litro el 357 % más que costaría el litro de agua trasvasada y que, de ese modo, endeuda a los sacrificados labradores impidiéndoles competir. La gente tenemos memoria de pez. Ahora se erige el presidente de la Comunidad Valenciana en el adalid, en el ángel salvador de los sedientos habitantes del Levante español, exigiendo trasvases de una cuenca agotada, la del Tajo. Vivir para ver. Víctor Mengual Arrufat. València.