El despropósito de los cambios de regulaciones semafóricas en algunos puntos sensibles de València, lejos de agilizar el tráfico está contribuyendo a provocar problemas allí donde no los había. Por ejemplo, el núcleo que representa la conflucencia de la Avenida del Cid con Tres Cruces y la calle Nueve de Octubre se ha convertido en una auténtica ratonera. ¿Qué sentido tiene, por ejemplo, poner en rojo sucesivamente tres semáforos en apenas cien metros, con las consiguientes frenadas y arrancadas y su mayor consumo de combustible? ¿O que se hayan alterado otros ciclos que provocan embotellamientos en pequeños sacos que bloquean a su vez la afluencia del tráfico de calles perpendiculares? ¿Tan difícil es dejar las cosas como están si el cambio supone ir a peor? ¿Alguien en el servicio de Tráfico del Ayuntamiento tiene dos dedos de frente? Andrés Morocho Sánchez. València.