Nunca somos tan listos como nos creemos. Y si incluimos un exquisito respeto a los menos dotados, como parte importante de nuestra inteligencia, estaremos en el camino de la sabiduría. Las personas con cierta deficiencia cognitiva por nacimiento o por enfermedad suelen ser mucho más sensibles de lo que creemos al desprecio o a la indiferencia. Si les tratamos en un plano real de igualdad estaremos haciéndoles un gran favor a ellos y creciendo, nosotros, en humanidad. Al fin y al cabo, nunca sabemos como acabaremos: la vejez o cualquier desgraciado accidente pueden hacernos desembarcar en la triste orilla de los más desvalidos. Salvador Ruiz-Fargueta. València.