Patriotismo de pandereta, de desfile de fiesta mayor con bandera e himno ahora, además, adornado con tópica y cursi letra reivindicada, con sorprendente rapidez, en una patética carrera de españolidades, por los líderes de la derecha. Esa rancia derecha que siempre se apresura a sacar pecho ante cualquier negocio racial. Patriotismo de «a por ellos», de pulserita rojigualda, de España va bien, aunque seamos de los primeros de Europa en paro, empobrecimiento, desigualdad y falta de oportunidades. Patriotismo orgulloso en una España atiborrada de corrupción -sin dimisión alguna de los que la debieron impedir y no lo hicieron- y de un país cada vez más amordazado que condena a aquellos que bromean o insultan en las redes sociales pero no protesta ante ciertas aberrantes declaraciones de algunos obispos.

Patriotismo orgulloso de una nación que maltrata a sus mayores lastimando sus pensiones, que empobrece la educación de sus jóvenes y escatima la salud de todos para seguir consintiendo ante la banca y las grandes empresas donde, muy probablemente, acabarán no pocos de estos fervorosos patriotas, en puestos con escasas obligaciones y altas remuneraciones. ¿De que orgullo patriótico estamos hablando? Jaume García. València.