Desde el máximo y profundo respeto a toda la sociedad. ¿Qué nos está pasando? ¿Acaso la falta de amor, el enfado consigo mismo y con el mundo, la insatisfacción propia y ajena, etc. nos nubla la mente, nos endurece el corazón y ciega el alma de tal forma que no somos dueños de nuestros actos? ¿O sí?

Sea como fuere, lo cierto es que ocurren cosas sin sentido, carentes del más mínimo atisbo de comprensión en una mente normal del raciocinio propio de mentes sanas y equilibradas.

Precisamos verdaderos y profundos estudios sociológicos, psicológicos, psiquiátricos, etc. que sean capaces de llegar a entender qué nos está pasando para que con sus aportaciones se pueda hacer mella en la sociedad con la incorporación de hilos, más bien torrentes, de felicidad, de satisfacción personal en la que los verdaderos principios y valores sea lo que ambicionemos el ser humano reconociendo que ello es lo que nos reporta la verdadera felicidad, lo que nos da tranquilidad y sosiego, paz interior y máximo bienestar de y en nuestra vida.

Pero somos todos, sin excepción alguna los que nos hemos de implicar en ello. No podemos dejar que una sociedad insatisfecha por cuestiones político-sociales y económicas sin escrúpulos nos gane una guerra inútil que a nadie beneficia.

Y sólo podemos combatirlo y vencerlo con la educación de las generaciones que ahora están en disposición de admitirlo como si fueran una esponja, de aceptarlo, de introducirlo en su forma de entender la vida y el desarrollo social en un entorno de respeto al y por el otro.

En una conversación mantenida el Domingo 11 de Marzo con un policía, antes de conocer el fatal desenlace del niño Gabriel, sobre el comportamiento social de las personas en el municipio, me ha trasladado su inquietud por la falta de empatía y respeto que día tras día se aprecia en la calle. El desprecio a la autoridad es latente. Y qué vamos a decir al profesorado, a los profesionales de la sanidad, etc., etc.

Tenemos pues una gran tarea por delante a la que hemos de prestar la máxima atención si queremos acabar con noticias como la que el 11 de Marzo de 2018 (día en que también hemos recordado el asesinato hace 14 años en Atocha de 193 personas por la barbarie terrorista) nos ha encogido el corazón, congelado los sentidos, nos ha entristecido el alma y, también por qué no decirlo, nos hemos indignado y hemos proferido frases de condena.

Trabajemos pues por la educación en todos los ámbitos de la sociedad, desde el hogar como principal núcleo donde tenemos que iniciar a practicar los valores humanos, en el colegio, en el instituto, en la universidad, en general allá donde se transmita formación y conocimientos, siguiendo en los talleres, en las empresas, en las redes sociales, en las oficinas, etc., de tal forma que el respeto mutuo llegue a instalarse, se arraigue entre nosotros de tal forma que la comisión de cualquier acto contrario a tales valores nos repugne y no forme parte de nuestras mentes.