Ya estamos en Fallas, ya se ven blusones, banderas y bullicio en las calles. Hay ganas de fiesta y se nota, atrás quedan el paro, la precariedad laboral y las pensiones míseras, ha llegado la fiesta. Y como no, la pirotecnia indiscriminada, incontrolada y a ver quién tira más petardos y más grandes, y por hacer una excepción saco de esos casos los regulados por ordenanzas y con los permisos pertinentes. Me refiero exactamente a la masa que ni normas, ni ordenanzas, ni nada.

Cada día hay más mascotas y animales de compañía, con capacidades auditivas muy superiores y de mayor rango de frecuencias, que pasan los peores momentos de su existencia, no entienden ni saben de esos ruidos que tanto daño les producen. Y me pregunto yo ¿dónde están? Donde los defensores de los derechos de los animales, los que se manifiestan en la Plaça de la Verge, los ornitólogos, las asociaciones y ONGs que tanto protagonismo quieren acaparar con sus defensas animalistas, nada ni una palabra... y las asociaciones gatunas, que si les dan de comer y beber, pero acaso ahora no toca decir nada. ¿Cómo es posible que esa marea proteccionista y animalista esté ahora más callada que un gato de escayola?

Hacen bien en defender aquello en lo que creen y nada que objetar al respecto, pero y ahora... ¿ahora qué? Mateo Pardo Hernandez. Algemesí.