Soy madre de un niño con autismo y presidenta de la Asociación de Discapacitados ANEC de Cullera. Escribo esta carta en relación al artículo publicado en Levante-EMV el pasado 8 de marzo en relación a un niño mal diagnosticado de Asperger. En mi condición de madre y presidenta me veo en la obligación de exigir a los medios de comunicación que se informen antes de divulgar informaciones erróneas. El síndrome de Asperger que, como bien se explica, está dentro de los transtornos del espectro autista, no es una enfermedad, sino un trastorno del desarrollo neurológico.

Una característica esencial de estos transtornos es que varían con el desarrollo del niño. Y el diagnóstico no puede ser definitivo hasta que cumplen los seis años. Es algo que nos explican a todos los padres. No es una valoración analítica, no hay una prueba médica totalmente objetiva que te diga sin duda que tu hijo tiene autismo. Al igual que pasa en el TDAH, la valoración la hace un psicólogo pasando un cuestionario a la familia y haciendo varios tests al niño.

Mi hijo fue diagnosticado a los 4 años. Cuando cumplió 6 le volvieron a valorar para dar un diagnóstico definitivo. Si hay dudas, es preferible que en ese período crítico de los 3 a los 6 años reciba las terapias aunque luego pueda cambiar el diagnóstico, a que no las reciba y se confirme después.

Yo sólo soy madre, no soy médico, ni neuróloga, ni psicóloga. Si yo puedo entender y transmitir esta información, mucho mejor lo harán los periodistas. El próximo 2 de abril es el día de la concienciación sobre el autismo, un buen momento para recibir información sobre el tema. Mari Carmen Herrera. Cullera.