Es difícil encontrar más transparencia que la actuación de fulleros en vía pública ante escrutadoras miradas de viandantes: bolita (o máster) aparece, desaparece, aparece... lo cual no impide que estos, con sus confabuladores adláteres, engatusen al personal que entra en su juego. Desgraciadamente, las fullerías de un ya excesivo número de personajes políticos (autonómicos y nacionales) son de tal magnitud que por escatológicas resultan inaguantables. Personal docente de la Universidad Rey Juan Carlos sugería, ante los medios, la conveniencia de mejorar la transparencia y asegurar los procesos administrativos, aspectos que se demostraron vanos en la Generalitat Valenciana cuando ilícitas correas de transmisión sincronizadas, con personal funcionario consentidor algunos imputados o ya en la cárcel, facilitaban el saqueo del erario.

Si analizamos lo ocurrido en países de la UE ante corruptelas concluiremos que, para mantener la higiene democrática de una sociedad del siglo XXI, se requiere: contundencia en las urnas -el medio más eficaz-, expedientes disciplinarios y rápidas acciones judiciales civiles y penales ante manifiestas ilegalidades. Quizá nos falten los años robados durante la dictadura. Benedicto Torres. València.