El día 18 de abril falleció en sus brazos la mascota de la autora de esta carta. Era una preciosa conejita de Angora que le acompañaba desde los diez años, y en su pena y dolor quiso dedicarle una poesía.

Acto final./Todas las rosas se marchitan./ Ley vital./La obra de teatro ha bajado el telón.

Pequeña reina del todo y la nada que es mi ser,/enamorabas a todos los que en tu mirada se veían./Mi pequeña ternura a la que quise, quiero y no dejaré de querer,/¿ves cómo todos los que te lloran ahora jamás te olvidarían?

Dime cómo una cosita tan pequeña y frágil/puede dar un amor tan grande y fuerte/que no cabe en este mundo, unas veces maravilloso, otras hostil/y que me haya hecho ser tu fiel protectora hasta el día de tu muerte.

Porque te aseguro que serás la más dulce y preciosa/del Olimpo, del cielo, del Valhalla, de donde sea que estés ahora./Mi tesoro divino, no te preocupes que estás a la altura de cualquier diosa,/porque es difícil describir con palabras todo lo que este corazón te adora.

Gracias por hacerme creer en el amor eterno./Gracias por todos los recuerdos que guardo en mi interior./Gracias por mirarme siempre con esos ojos color fraterno./Gracias por enseñarme que con cariño todo puede ir mejor.

Con este puño y esta letra dejo en este humilde poema./Toda mi alma para ti entera que se baña en pena./Tuya por siempre. Noemí González Morales. Paterna.