¡Ah, el amarillo! Ese color, otrora odiado por los supersticiosos y actualmente denostado por la derecha de este país. Aunque con esta actitud está consiguiendo el efecto contrario, pues de ser un símbolo del independentismo está pasando a ser un símbolo de la libertad de expresión.

Pero vamos a lo que nos ocupa. Quiero dejar claro que no soy nacionalista y mucho menos independentista, ya que entiendo que los nacionalismos son, por definición, excluyentes. Pero la requisa camisetas antes de la final de la Copa del Rey hace dos semanas me parece muy grave: se comienza por silenciar chistes y canciones, se continúa por secuestrar la libertad de expresión (las camisetas) y, a este paso, acabarán por anular a la persona como sujeto político. Puestos a hacer el ridículo, se deberían haber prohibido las banderas españolas; ¿hay algún símbolo más político que ese?; les resulta ridícula esta opción, ¿verdad? Pues lo de las camisetas, también.

En fin, pitar un himno o llevar determinada ropa puede ser algo de mal gusto o una falta de respeto, pero nunca un acto de incitación a la violencia y, mucho menos, un delito de la índole que sea. Óscar Campos Caudé. València.