Hace 87 años fui bautizado en la Iglesia Católica y en ella quisiera morir. Pero me indigna el manifiesto de los obispos vascos pidiendo perdón, tras más de 50 años, por su actitud ante los crímenes de la ETA. Para la jerarquía a vasca, ¿sigue vigente el sexto mandamiento de la ley de Dios? ¿Acaso no es pecado matar a inocentes, inclusos niños, para obtener objetivos políticos, en el supuesto de que éstos sean compartidos por los obispos? ¿Y adónde tienen que viajar a visitar a sus deudos asesinados con el silencio, si no con la bendición de esos obispos, las familias vascas y no vascas?

Multitud de misioneros católicos dejan su casa y familia para ir a servir a los pobres de países del Tercer Mundo. ¿No les tienta abandonar sus suntuosos palacios y entonces empezaremos a creer que ellos son los verdaderos representantes de Cristo en el País Vasco? Tomás Coronado Martínez. València.