Vivimos en una mentira constante. Nuestros dirigentes políticos, que recordemos que son elegidos por el pueblo, se dedican en muchos casos a mentir sobre actos o hechos que han realizado. Esto, que no debería de ser común, es una práctica bastante habitual en muchos de nuestros políticos, que se ríen de nosotros en nuestras caras sin piedad y sin que podamos hacer nada. Este arte, el del mentir, sobretodo lo llevan a cabo cuando son salpicados por alguna trama de corrupción, malversación, cohecho y un largo etcétera de actos ilegales.

Quizás el más reciente sea el de Cristina Cifuentes con su famoso máster. Ese máster en el que nadie la recuerda yendo a la Universidad, ese máster con el acta con firmas falsas y en el que la señora Cifuentes no defendió ante ningún tribunal su trabajo de fin de máster, que, por cierto, aún estamos ansiosos por verlo. Desde que saliera todo el escándalo, la señora Cifuentes se dedicó a negarlo todo y defender que ella sí que realizó el máster y que defendió su TFM ante el tribunal de la Universidad Rey Juan Carlos. Así seguimos durante días y días, hasta que llegaron las firmas falsas y la guinda del pastel, el famoso vídeo del robo de las cremas hidratantes en un supermercado de Madrid. Ahí perdió la poca confianza que le quedaba entre el pueblo.

Finalmente dimitió, aun así dijo que el motivo de la dimisión había sido una "campaña de acoso contra su persona" por parte de otras personas. Evidentemente, es mucho mejor dimitir porque te insistan otras personas que por falsificar un máster en una Universidad pública y por meterse dos botecitos de crema hidratante en el bolso... ¿quién no ha hecho eso alguna vez en su vida?

Al igual que he utilizado el caso de Cifuentes, podría haber puestos muchos más, la lista es demasiado larga, lo que hace que los políticos de este país pierdan la confianza de las personas cada día. Muchos son honestos, sí, pero por culpa de otros compañeros de oficio suyos pierden cualquier credibilidad, y esto es necesario cambiarlo para tener un país gobernado por personas que generen confianza y tranquilidad en el pueblo, no por otras que se meten dinero público en los bolsillos como si fuera crema hidratante.