Hace unos días vi en la red social Facebook un vídeo que me encogió el estómago. En un principio pensé que se trataba de una cámara oculta, pero la desazón al descubrir que no fue inmensa. En un parque infantil de un barrio de Bilbao, un grupo de niños y niñas de no más de 7 años jugaban. De repente, otro niño quiere unirse a sus juegos pero estos no le dejan: le empujan y le increpan hasta que le echan de la zona de juegos. Finalmente su madre se lo tiene que llevar de ahí. ¿El motivo? Su raza.

Los niños, niños son. Esa pérdida total de inocencia que han tenido cometiendo semejantes actos es causa directa de la influencia que tienen sobre ellos unos seres con supuesto raciocinio: sus padres.

Es triste pero antes que educar a esos niños habría que educar a los adultos. O si no, el pasado volverá. Laura González. Zaragoza.