J. Domingo, Vilafranca

Un año más los vecinos de Catí cumplirán este fin de semana con la tradición de recorrer los más de 30 kilómetros que les separan de Sant Pere de Castellfort, una ermita, que junto a la de Sant Joan de Penyagolosa es icono religioso en las comarcas del interior de Castelló. Este año la peregrinación volverá a recordar a Paco Martí, catinenc ya fallecido, que durante muchos años fue el alma mater de la ascensión hasta la cima de Sant Pere. La devoción a este apóstol se remonta, según los escritos, a 1321. En 1346 también existen referencias a esta procesión de capas negras hacia la ermita que, según cuenta la mitología, sirvió a Blasco de Alagón para guiarse en una oscura noche de nieve y tormenta.

La peregrinación atraviesa numerosos santuarios. El más próximo es el de l'Avellà, en Catí, donde se efectúa la primera parada del recorrido. El poblado abandonado de la Salvassòria, la que fuera parroquia de la Llècua y finalmente Sant Pere. La peregrinación atraviesa los términos de Catí, Morella, Ares y Castellfort.

Además de los catinencs que suben hacia la ermita son muchos los caminantes y jinetes que cada año se apuntan a la comitiva. El tono religioso lo mantienen los vecinos de Catí, mientras que el excursionismo lo aportan los llegados de fuera.

Una asociación se encarga de organizar la peregrinación, que saldrá el sábado a las 8 de la mañana de Catí y llegará a Sant Pere a las 19h de la tarde. La peregrinación mantiene viva una gastronomía peculiar y una vestimenta singular. Los participantes en el recorrido se visten con una larga y pesada capa y barretina negra o marrón. Las capas podrían corresponder a los inicios del siglo XIX.

La peregrinación se asocia además a las judías con arroz, que se ofrece a los penitentes en Sant Pere de Castellfort. Se trata de un cocido elaborado a fuego lento en calderas de cobre. Cuentan que "los cocinados en casa nunca son tan buenos como los de Sant Pere". Las calderas sirven de alimento a la llegada a Sant Pere, pero además también se preparan en la Mare de Déu de la Font, en Castellfort, y en Ares.