Si hay una conselleria que aplica con intensidad el tijeretazo inversor es la de Infraestructuras. El departamento de Mario Flores no sólo no prevé nuevas actuaciones viarias en la provincia, sino que ha suprimido de sus previsiones una decena de viales que estaban contemplados en anteriores presupuestos y que debían pagarse en varias anualidades.

La Generalitat destina para el año que viene partidas inversoras en las siguientes infraestructuras viarias: la duplicación de la carretera CV-18 entre Burriana y Almassora, la nueva entre Torreblanca y el aeropuerto, la autovía de la Plana entre la Pobla Tornesa y Vilanova d'Alcolea, y la CV-135 Càlig-Benicarló. Las tres primeras acaparan el dinero, pero se trata de viales ya ejecutados.

Las cuentas del año que viene, sin embargo, "borran" carreteras que recogidas en el presupuesto de este año y que debían pagarse en varias anualidades. Se trata de la CV-160 Moró-Vilafamés, la CV-141 de Peñíscola, la CV-222 Betxí-les Alqueries, la ronda Suroeste de Vila-real, la CV-191 en Ribesalbes, la CV-135 en Cervera, el enlace entre la CV-20 y CV-10 en Onda, la CV-11 en San Rafael del Río, la CV-21 en l'Alcora, y la CV-100 en Rossell.

Un caso paradigmático es el de la polémica carretera Cabanes-Orpesa, que por segundo año consecutivo no aparece en los presupuestos de la Generalitat de 2011. Después de 14 años de trámites, de cambios en el proyecto y de millones de euros gastados, la carretera sigue a medio construir. La Conselleria de Infraestructuras dividió en dos fases el vial para poder empezarlo. Mientras se construía una parte, se resolvían los problemas medioambientales de la otra. Casi tres lustros después, el vial sigue a medias, pendiente de culminación.