La Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA por su siglas en inglés) ha entrado en la polémica sobre la efectividad de la medida de reducir a 110 kilómetros a la hora la velocidad en la autopistas y autovías. La EEA admite que una limitación de velocidad de diez kilómetros por debajo de la vigente hasta hace poco-120 km/hora- tiene indudables efectos beneficiosos para el medio ambiente, pero un ahorro real de combustible que apenas representaría entre el 2 y el 3%.

Dice la EEA que en teoría, una reducción del límite máximo de velocidad debe suponer un descenso en el consumo y en las emisiones contaminantes, pero advierte que no hay "ninguna manera sencilla" de medir los beneficios ambientales.

Sobre el papel y en un escenario "ideal" que incluye una conducción "suave"-con pocas aceleraciones y frenados- un vehículo dotado de las últimas tecnologías y máxima eficiencia, y el cumplimiento íntegro de las normas de velocidad, la Agencia Europea de Medio Ambiente asegura que el "recorte" de los 10 kilómetros/hora "reduciría el consumo en un 12% para los vehículos diésel y un 18% para los coches de gasolina".

Sin embargo, la propia agencia califica de "artificiales" estos supuestos. "En realidad-añade- existe una variedad de factores que pueden limitar el ahorro de combustible, incluyendo los niveles de eficiencia energética del parque de vehículos, los patrones de conducción, el exceso de velocidad o la congestión del tráfico".

"En un escenario más realista que incluya algunas superaciones del límite de velocidad y frecuentes fluctuaciones en la velocidad del vehículo- el ahorro real de combustible sería solo de entre un 2 y un 3%".

Pese a las dudas que genera el alcance real de estas medidas, la propia Agencia Europea de Medio Ambiente considera "oportuno" la apertura de un debate sobre la velocidad en la autopista en un contexto en el que Europa ha logrado reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) prácticamente en todos los sectores, excepto en el transporte.

En realidad, dice el informe, las emisiones de GEI aumentaron en el sector del transporte en un 25% entre 1990 y 2008 sin contar el tráfico marítimo y la aviación.

Según los datos que maneja la Unión Europea, el transporte representa casi el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero, de los que el dióxido de carbono es su principal componente.

A su vez, el transporte por carretera es el mayor contribuyente de CO2 a las emisiones del sector del transporte -un 94%- lo que representa más del 18% de las emisiones totales de la Europa de 27.

El transporte por carretera es también el mayor emisor de óxidos de nitrógeno y el segundo mayor contribuyente en micropartículas (PM), de modo que cualquier aportación, incluida la que puede proporcionar la reducción de los límites de velocidad, es bienvenida por la Agencia Europea.