El obispo de la diócesis Segorbe-Castelló, Casimiro López, pide a la Iglesia que esté atenta a la manifestación de la vocación religiosa en los jóvenes con el objetivo de poder poner en marcha el Seminario Menor para el próximo curso académico.

En este sentido, López ha solicitado de manera especial "la colaboración de los sacerdotes" en la tarea de "descubrir y cultivar los gérmenes de vocación en muchachos de nuestras parroquias".

Se trata, en resumidas cuentas de detectar y acompañar las vocaciones sacerdotales entre los niños y adolescentes.

En esta tarea, y según explica López a través de un escrito de su autoría también es necesario "apelar y suscitar la generosidad de los padres y madres de familia, que deberían considerar como algo grande que el Señor se pudiera fijar en alguno de sus hijos llamándoles al sacerdocio diocesano".

Los sacerdotes son los principales destinatarios del encargo del obispo, pero no los únicos, ya que López que en esta tarea también tienen un papel protagonista "los educadores, los profesores de religión y los catequistas", a los que califica como "magníficos intermediarios entre el Señor que llama y nuestros muchachos, presentándoles la hermosura de la vocación sacerdotal". De hecho, López pide "la implicación de toda la comunidad diocesana".

la iniciativa del obispo cuenta con el respaldo de los miembros del Consejo Presbiteral Diocesano que, en una reciente reunión, dieron su visto bueno al proyecto de reabrir el Seminario Menor con el propósito de contar con una entidad que "acoja y acompañe" a adolescentes que muestren vocación hacia el sacerdocio.

De momento poco más se sabe sobre el proyecto impulsado por López, aunque todo parece indicar que su ubicación física estaría en las actuales instalaciones del Mater Dei, que actúa como seminario mayor. En este aspecto, hay que recordar que el seminario menor de Segorbe realiza ahora las funciones de colegio y no se plantea un cambio de actividad, por el momento.

Eso sí, López adelanta que "en el nuevo seminario pretendemos crear un ambiente de familia, de amistad, alegre y juvenil, en el que, junto al estudio serio, el deporte, la formación en las virtudes humanas, se cultive la piedad, iniciando a los seminaristas en el trato y la amistad con Jesucristo, en la devoción filial a la Santísima Virgen y en la experiencia de la generosidad".