Es lo que tienen los matrimonios de conveniencia, que pueden durar toda una vida pero resulta indisimulable la falta de amor. El del secretario general del PSPV, Jorge Alarte, con el referente del neolermismo, Ximo Puig, tiene la fecha de caducidad marcada: el 5 de febrero de 2012, día en que se cerrará el congreso de Sevilla, en el que se dirime si será Alfredo Pérez Rubalcaba o Carmen Chacón quien dirigirá el PSOE. Inmediatamente a continuación, Puig anunciará que presenta alternativa a Alarte para llevar las riendas del PSPV. Al menos esos son los planes trazados por Puig y sus afines en las diversas reuniones que han mantenido.

Ante la exigencia de los suyos de que aclarara definitivamente si piensa saltar al ruedo por segunda vez para descabalgar a Alarte, el alcalde de Morella se comprometió a presentarse, pero acto seguido explicó que no es el momento oportuno para anunciarlo. Lo hará, dijo, después del congreso federal. Porque considera que no conviene mezclar los dos procesos, porque piensa que para lograr influencia en Ferraz -por ejemplo puestos en la ejecutiva federal- conviene que el PSPV vaya unido. Y, por último, porque entiende que anunciar ya su candidatura lo dejaría en una posición incómoda, dado que se medirían sus fuerzas en función del número de delegados que logre Carmen Chacón en la federación socialista valenciana.

En el entorno de Ximo Puig, que le han presionado en las últimas semanas para que despejara dudas, están trabajando a conciencia para que el congreso federal no complique las opciones de destronar a Alarte. Así, han querido hacer gestos a favor de Rubalcaba para diversificar el riesgo y evitar que una victoria de éste encarrile el congreso de país a favor de Alarte. De hecho, las opciones del actual líder del PSPV pasan por una victoria de quien fue candidato a la Moncloa y de ahí que el alartismo se ha volcado en favor de Rubalcaba. Saben que la victoria de éste tendría un triple efecto: Alarte ganaría un padrino, complicaría una alternativa de quienes apoyaron a Chacón y, en tercer lugar, dificultaría el goteo de adhesiones a esa lista contraria.

En público, Puig admite que no descarta presentarse, pero en privado, ante los suyos, y a la pregunta muy concreta de si optará, no elude responder que sí pero a su tiempo. De momento, desde este sector se están ya preparando los equipos de campaña para captar avales y votos de cara al congreso de país. Hay un plan b para el caso de que Puig no se lance. Si eso sucede, un sector neolermista plantea presentar a Joan Calabuig, portavoz del grupo municipal de Valencia.

Se ofrece todo menos liderazgo

Alarte quiere confiar, por su parte, en que el acuerdo que suscribió con Puig en primarias seguirá vigente hasta el congreso y no se reeditará el enfrentamiento de septiembre de 2008. Para que no se rompa la coexistencia, está dispuesto no sólo a asumir errores desde la autocrítica, sino a ceder parcelas de poder a Puig y sus afines para evitar la alternativa. Alarte ha puesto el cartel de disponible a todas las sillas de la ejecutiva salvo a la de secretario general.