La fusión entre Cajamar y Ruralcaja deja en el aire el futuro de los 11o empleados que mantiene Ruralcaja en la capital de la Plana. Ruralcaja convivirá con Caja Rural de Castelló, que se ha integrado en el SIP del nuevo grupo pero mantiene su propia estructura y personalidad jurídica.

Las asambleas de Cajamar y Ruralcaja aprobaron el martes la fusión de ambas entidades, naciendo de la misma Cajas Rurales Unidas, que fortalece su posición como líder nacional del sector de cooperativas agrarias, sumando 65.615 millones de euros de negocio gestionado, activos por un importe de 38.000 millones, 6.360 empleados, 1.474 oficinas y 3,3 millones de clientes.

En la provincia de Castelló forman parte del nuevo grupo las entidades adscritas a Cajas Rurales del Mediterráneo ( Ruralcaja y las cajas de Almenara, Alqueríes, Nules, Burriana, Vilavella, Vilafamés y Xilxes), además de Cajamar, que sólo cuenta con una sede. Y esta operación conllevará una reestructuración de la red de oficinas del grupo en Castelló. El director territorial de Ruralcaja, Enrique Vidal, avanzó el miércoles en una mesa redonda en la UJI que se mantendrán abiertas las oficinas de las poblaciones pequeñas, pero apuntó que en la capital de la Plana podría producirse una reducción de la cifra de oficinas. En Castelló existen 21 oficinas de Ruralcaja más 18 de Caja Rural, que se ha integrado en el SIP del nuevo grupo y cuyo ámbito de acción se circunscribe a la capital de la Plana, Benicàssim y Borriol. Y es en Castelló donde problamente se materializará un reajuste. Cajarural conserva su independencia y seguirá con sus 18 oficinas y a partir de ahora se abre un interrogante sobre la continuidad de la plantilla de la segunda cooperativa. Suma 110 empleados en la capital y todo hace indicar que habrá un disminución del numero de empleados.

No obstante, la dirección surgida de la nueva entidad fusionada todavía no ha empezado a estudiar una redimensión de sus activos materiales y humanos en Castelló.