Los sindicatos de los distintos sectores de la función pública intensificaron ayer su protesta contra los recortes de la Generalitat Valenciana y convocaron encierros sorpresa de 24 horas en la sede del Consell en Castelló (Casa dels Caragols) y la delegación territorial de la Conselleria de Educación.

Los tiempos de la protesta no-violenta se habían gestado como una crónica no anunciada. Los sindicatos habían aprovechado las reuniones de las juntas de personal de los distintos sectores (principalmente educación, justicia y sanidad) para entrar en la sede del Consell.

Una vez dentro, a las 13 horas, anunciaron a los medios de comunicación y a la Generalitat un encierro de 24 horas. En el caso del edificio de Educación (ubicado en la avenida Hermanos Bou), los sindicalistas concluyeron el confinamiento a las 19.30 horas para dar apoyo a sus compañeros a las puertas de la Casa dels Caragols, protegida por dos coches de la Policía Nacional.

La demanda era la misma que se viene repitiendo en todas las protestas de las últimas semanas: la retirada del decreto-ley que recorta personal y servicios públicos básicos como sanidad o educación. Además, las protestas incluían en un mismo cajón los impagos autonómicos a los centros educativos de Castelló y a las instalaciones sanitarias.

Esta nueva movilización incomodaba a los responsables de la Generalitat, que reaccionaron acordonando la entrada a la sede del Consell con policías nacionales y prohibiendo tanto la entrada como la salida del edificio.

Tal fue el deseo de controlar la inesperada protesta que la Subdelegación del Gobierno desplazó a la Casa dels Caragols a un inspector de la Policía Nacional -vestido de paisano- que se encargó de coordinar el operativo siguiendo por teléfono ordenes que ni siquiera llegaban del subdelegado del Gobierno, sino directamente del propio delegado de la Generalitat en Castelló.

Tres agentes impedían el paso en la puerta y contemplaban a través del cristal a una veintena de representantes sindicales que, de forma intermitente, agitaban banderitas con una actitud obviamente inofensiva.

La orden recibida era tan simple como clara: nadie podía entrar, nadie podía salir y había que censurar cualquier posible foto en la que los medios de comunicación pudieran captar la instantánea de los funcionarios encerrados. El celo era tal que el citado inspector de policía no dudó en pedir la documentación a los periodistas que esperaban en la puerta para cumplir con su tarea de informar a la ciudadanía. Sin embargo, la censura es una tarea que se antoja cada vez más difícil en la era de las nuevas tecnologías y las imágenes de lo que dentro sucedía trascendieron para revelar que, mientras la policía se preocupaba por silenciar a la prensa, en el interior del edificio dos de los representantes sindicales procedían a desnudarse para lograr que su causa fuera portada en los periódicos. Su ropas íntimas estaban protegidas tan solo por dos cartulinas en las que se podía leer: "recortes para el señor Vela y sus amigos del Consell"; "los recortes del Consell nos dejan en pelotas".

Agua y calefacción para suavizar

El Consell suavizó formas tras la hora de la comida y, aunque en Alicante sí desalojó a los manifestantes, al cierre de esta edición seguía permitiendo a los portavoces sindicales que hicieran noche de protesta en la sede de la Generalitat en Castelló. Los delegado territorial, Joaquín Borrás, bajó incluso a hablar con los manifestantes encerrados en el salón de actos. Les ofreció agua y dio orden de mantener la calefacción por la noche -aunque desde Valencia no se descartaba quitarla-. Eso sí, sobre el decreto no había nada que negociar. Esos son temas que se deciden en Valencia.