Unas especie de terrazas en alto y sin sillas conocidas como veladores se presentan como la tabla de salvación de la singularidad de las tascas. Es la última alternativa que impulsan el ayuntamiento y propietarios para permitir el consumo de alcohol en sus calles tras fracasar todas las iniciativas que han ejecutado en los últimos años.

Con estos veladores, que consisten en mesas auxiliares de 0,30 centímetros de ancho, las tascas pretenden sortear la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana que prohíbe beber en el exterior de este lugar. Los usuarios pueden seguir consumiendo en las terrazas hasta las 23.00, límite de horario que marca la declaración de Zona Acústicamente Saturada. Se instalarán cerca de 24 adosados a las fachadas de los ocho bares.

En principio, la Ley de Drogodependencia sí da vía libre a la ingesta de alcohol en las terrazas y veladores. Estos últimos no tiene un aforo limitado y las tascas reúnen cada fin de semana a centenares de personas. No obstante, la asociación vecinal de Castelló Sense Soroll estudia recurrir esta vía, una acción que amenaza de nuevo con poner coto a la excepcionalidad de las tascas.

Todos los recursos de Castelló Sense Soroll han logrado vencer las medidas emprendidas por el ayuntamiento. El objetivo de los vecinos de esta asociación es limitar el consumo en el interior de los establecimientos con el fin de eliminar la contaminación acústica que, a su juicio, genera la concentración de gente que se acumula en este punto.

En los últimos ocho años, el consistorio ha emprendido varias acciones que han buscado conciliar el descanso de los vecinos con el ocio de los clientes y adaptar las tascas a la legislación autonómica. En 2008, aprobó una nueva ordenanza de convivencia en la que excluía la prohibición de beber alcohol a las calles de las tascas, además de en los periodos de fiestas locales y de barrio. Y en 2010 declaraba las tascas como espacio urbano de Interés Gastronómico y Turístico.

En diciembre de ese mismo año entraba en vigor la Zona Acústicamente Saturada, otra opción con la que pretendía reducir el ruido en la zona, que sobrepasaba lo establecido en la ley. La ZAS implica una mayor presencia de los agentes de la Policía Local, una potenciación de la limpieza, la realización de campañas de concienciación sobre el ruido y el consumo de alcohol y la colocación de toldos fonoabsorbentes. También limita el horario. Así, la venta y consumo de bebidas y alimentos en la vía pública está limitada hasta las 23.30 horas y en el exterior hasta las 24.00 horas, mientras las terrazas de la plaza Santa Clara han de recogerse a las 23.00 horas de jueves a sábado.

Con la ordenanza y la ZAS parecía que la singularidad de las tascas ya estaba garantizada. Pero no, en diciembre de 2011 el TSJ dio la razón a un recurso que había presentado Sense Soroll contra la ordenanza de convivencia y anuló el artículo que protegía las tascas. Consideró que contravenía la Ley de Drogodependencia Valenciana, que impide beber en la calle salvo "en los lugares en los que esté debidamente autorizado".

El ayuntamiento respondió modificando el artículo invalidado, en el que incluyó la solicitud de autorización en las tascas. Sin embargo, este cambio tampoco ha sido aceptado por el TSJ. Ahora llega el turno de los veladores. En principio pueden dar cobertura a su singularidad, pero la última palabra la tendrá la justicia.