"El problema de Castelló es que tiene una parada de autobuses y no una estación, está sucia y desatendida", lamentaban ayer desde las empresas regulares de largo recorrido. La terminal es un recinto abierto ubicado junto a Renfe que abrió sus puertas en el año 2000. La Generalitat y el Ayuntamiento de Castelló se pasan la responsabilidad sobre la titularidad del recinto y por esta falta de control se ha desbocado el tránsito de compañías clandestinas.

Para poder operar en Castelló, las firmas de transporte necesitan una autorización de la administración, de la Conselleria de Infraestructuras cuando la ruta es autonómica o del Ministerio de Fomento cuando es nacional o internacional. Las compañías regulares disponen además en concesión de un andén y de taquilla, autorizado por el Consell. La capital de la Plana recibe al día una retahíla de autocares de firmas extranjeras irregulares, tal como quedó constatado la semana pasada en la avería de un vehículo de viajeros en Santa Magdalena de Pulpis.

El vacío legal en el que se encuentra la estación ha facilitado que el tráfico clandestino se haya acrecentado en Castelló. Algunos de los autobuses no fichados en la estación sí disponen de autorización pero se desconoce si cumplen las garantías en seguridad(paradas reglamentarias o posesión de seguro).

Ayer, el Consell, que financió la construcción de la terminal, insistió en que se trata de una concesión municipal, y el ayuntamiento reiteró que la parada no es de su competencia. La parada presenta un estado deplorable, confirmándose la ausencia de mantenimiento, con bancos rotos y el pavimento sucio. "La estación de Castelló es la única de España sin propietario", afirmaba esta semana un conductor a este diario. El consistorio se encarga de su limpieza aunque eluda su gestión, mientras la Policía Nacional realiza visitas rutinarias en el recinto.