Centenares de romeros iniciaron ayer el camino que separa Morella del santuario de la Mare de Déu de Vallivana. Los morellanos recorrieron 24 kilómetros para llegar hasta la ermita donde se encuentra la patrona de la ciudad, que hoy regresará a Morella, cumpliendo la tradición del Sexenni iniciada en 1672.

Mientras, los que se quedaron dentro de las murallas, trabajaron todo el día para instalar la decoración de las calles que lucirá hoy sábado para recibir a la patrona. La ciudad se repartió la devoción mariana y el colofón al trabajo que han desarrollado en las calles desde hace más de un año.

Los romeros salieron por el portal de Sant Mateu pasadas las nueve de la mañana. Fue la primera rogativa para el alcalde de la ciudad, Rhamsés Ripollés, que estuvo secundado por sus concejales y por los "alets", los encargados de velar por el buen desarrollo de la procesión. Los romeros pararon en el Hostal Nou para almorzar, en la Torreta para comer y en el Pont de la Bota como último alto en el camino para llegar sobre las siete de la tarde al ermitorio.

Los caminantes portaban el clásico sombrero negro con las medallas alegóricas a las peregrinaciones. La Guardia Civil se encargó de controlar su paso por la carretera nacional 232, mientras que un operativo de Cruz Roja les acompañó durante el trayecto.

Mientras unos caminaban otros taladraban y colocaban en el lugar establecido las estructuras de papel rizado que podrán observar los visitantes y vecinos desde hoy mismo. Cada calle ha trabajado en una temática diferente. Una de las que más llamó la atención fue la de la calle la Font, singular también porque allí ya observan el paso de los días Els Volantins y La Taronja. Se decoran todas las calles por las que discurren los retablos posteriores a las misas y también por donde desfila la procesión general. Asimismo, también fueron cobrando forma Els Conventets. Son 14 las calles que se decoran.

Hoy, a las 20.30 horas, está prevista la entrada de la Virgen, por el Pla de l'Estudi para llegar luego a la iglesia Arciprestal. Se prevé que unas 2.000 personas contemplen el momento.