El último informe anual "Destrucción a Toda Costa" de la organización internacional Greenpeace alerta de que el modelo urbanístico de la provincia de Castelló ha llevado a desaparecer casi el 60 % de la superficie de humedales costeros y el 70 % por ciento de las lagunas de la franja litoral, lo cual está generando "efectos irreversibles y muy graves para el ecosistema".

Otro de los espacios vulnerables que destaca este documento son los sistemas dunares próximos al mar, que según el informe de Greenpeace sólo se conserva en buen estado en un 20 %.

El informe subraya que la "mala gestión urbanística" también se traduce en pérdidas económicas para una de las regiones con las costas más erosionadas de la península ibérica, "de forma que el 14 % se encuentra afectada por procesos graves de erosión y el 52 % del borde costero se encuentra en regresión".

La denuncia de Greenpeace respecto a los humedales castellonenses no es nueva y no hace más que respaldar las advertencias de otros colectivos como Gecen o la propia Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea.

No en vano, una expedición científica de la Comisión Europea visitó Castelló para estudiar la implantación de un proyecto pionero de reforestaciones destinadas a invertir el proceso de desertificación y el descenso de lluvias motivado por la excesiva urbanización costera.

El trabajo de la expedición, en la que también participaron meteorólogos británicos y holandeses, se centró en el interior en el área del Millars-Palancia, una zona de especial interés para la Unión Europea porque es la mejor documentada de toda la Cuenca Mediterránea en lo relativo a contaminación por ozono, sobrecalentamiento y alteración del ciclo de lluvias. No en vano, desde el año 1986 se han llevado a cabo en este territorio19 proyectos europeos.

El proyecto propuesto por la Comisión Europea se basa en estudios científicos que avalan que la urbanización de los humedales costeros es uno de los factores que está provocando la pérdida del ciclo natural de la lluvia y el descenso de las precipitaciones en la costa y en el interior; una tendencia que está acelerando el proceso de desertificación.

Ante la dificultad de frenar los intereses urbanísticos de la costa, la Agencia Europea de Medio Ambiente plantea la alternativa de reforestar en el interior para recuperar los niveles de humedad perdidos y el ciclo de lluvias.

Tres décadas de estudios

Los estudios llevados a cabo por la Comisión Europea durante tres décadas revelan que la destrucción de humedales costeros y de masa forestal aparejada al crecimiento urbanístico está provocando en Castelló la pérdida de tormentas de verano y ha disparado un proceso de desertificación.

Este comportamiento, detectado en toda la cuenca mediterránea, se debe a que el proceso de gestación de tormentas estivales se forma gracias a la humedad que entra en el interior a través de las brisas marinas.

La brisa que parte del mar registra una media de humedad de 14 gramos por metro cúbico. A partir de este punto, y durante su trayecto hacia la montaña, este flujo necesita aumentar su humedad hasta los 21 gramos para culminar en la formación de nubes y que la tormenta precipite.

Los siete grados de humedad extra necesarios para que se desencadene la tormenta se obtenían antes de las masas forestales, los marjales y los grandes humedales. Ahora, los vertiginosos cambios del uso del suelo han cambiado los cañares por cemento y la vegetación se ha transformado en complejos de negocio turístico.

Según los datos recogidos en los últimos 50 años, la reducción de la humedad provoca que masa húmeda elevada al interior retorne al mar sin precipitar y (mezclada con contaminantes y vapor de agua) sobrecaliente el agua durante periodos de entre 3 y 10 días.

Esta concentración incrementa la temperatura del agua y del ambiente (alrededor de 3 grados en el último medio siglo) y en otoño desencadena virulentas lluvias torrenciales en puntos de la cuenca mediterránea y del continente europeo difíciles de predecir (Córcega, Cerdenya, norte de África, Europa Central, Europa del Este...).

El destino de dichas precipitaciones, también conocidas como Gota Fría, dependerá del sentido de los vientos. Las lluvias torrenciales, que suelen llegar a la costa castellonense cuando los vientos soplan del este, pueden acelerar la desertificación en una franja de 40 kilómetros entre la costa y el interior.

A este respecto, el grupo ecologista Gecen ha advertido a la Generalitat que la costa de Castelló necesita "un profundo cambio en la ordenación y el desarrollo territorial que atienda al medio ambiente y frene la construcción masiva en los ecosistemas".