Burriana se levantó ayer con olor a paella. El centro de la localidad fue el nuevo emplazamiento escogido para celebrar la tradicional fiesta de las paellas, a la que asistieron 2.100 comensales. Ubicación y horario, ya que pasó de la noche al mediodía, otro cambio que también costó asimilar a algunas peñas. Aún así, el Plà se llenó de mesas y sillas para acoger la macrocomida.

A primera hora del día el Plà ya estaba organizado. Las mesas y sillas aguardaron distribuidas la hora en que comenzaron a llegar los cocineros. La avenida junto al río Seco fue el lugar escogido para hacer la fogata y la paella. Aunque les costó un poco, las peñas fueron llegando al recinto preparado para la cocina, eso sí, buscando la sombra y apartándose del intenso calor. La música de charanga animó el tradicional sofrito de carne, mientras las reinas, Cristina Flor y Berta Chabrera, llegaron con parte de la corporación municipal a visitar a las peñas participantes.

Pasadas las dos de la tarde, las mesas empezaron a llenarse en el Plà. La suerte de algunos, por aquello de la suerte, lo pagaron los que les tocó sentarse en las mesas al sol, como fue el caso de concejales, reinas, damas y compañía, que degustaron el menú bajo los rigores del mercurio. Pese a todo, la primera experiencia de trasladar el evento al centro de la localidad y al mediodía resultó positiva.

La cita gastronómica no terminó cuando quedaron vacíos los platos, sino que la música continuó la fiesta con conciertos de grupos locales.

Además de las paellas, el día tuvo actividades paralelas. La peña Ha tuke tinporta organizó la IV Pujada Popular al Campanar de Burriana. Hasta 600 personas pasaron ayer por las escaleras del "El Templat" para subir hasta el piso de las campanas, desde donde se puede ver toda la comarca. Situar el Penyagolosa, el Pic Espadà, y el Puerto fue lo más repetido entre los visitantes. Tampoco faltó quien situó su casa desde la cima y pocos se resistieron a descender de nuevo sin antes tocar alguna campana.

Un año más, la peña Ha tuke tinporta abrió las puertas del campanar para que todos los vecinos lo pudieran visitar. Ya por la tarde, la fiesta continuó con el concurso de cerveza de la misma peña en el que se congregaron decenas de participantes para ver quién era el más rápido bebiendo.