«Aquí hemos trabajado todos. La familia ha vivido del mercado». María Pilar Domingo concluía así la entrevista para resumir lo que ha supuesto el Mercado Central de Castelló para ella y su hermana. Ahora ya están jubiladas pero desde bien pequeñas se tuvieron que poner detrás del mostrador para ayudar en casa, después de que su madre cayera enferma. Fue ella, la matriarca, quien abrió la primera parada de verdura en la plaza del ayuntamiento, cuando el edificio del mercado aún no se había construido.

En aquella época, aún existía la figura del «corretxador», el encargado de ir al mercado de abastos, al lado del hospital, para cargar la mercancía y llevarla a cada vendedor. «Entonces nadie tenía coche. Yo recuerdo a mi madre que llevaba la verdura con un carrito de mano y a los agricultores que iban a caballo hasta el mercado de abastos para vender la verdura», apuna María Pilar. Su madre ya tuvo que trabajar duro, primero junto a su marido vendiendo la verdura que cultivaba en la marjal y después sola, tras enviudar con apenas 32 años. A los siete años, su hermana Fina ya montaba una parada de venta de coles en la plaza del Rey y, años más tarde, ya en las actuales instalaciones del mercado, empezaría a trabajar Maria Pilar, después de que su madre sufriera un ictus y se quedara inválida. A partir de entonces, las dos hermanas, conocidas como las Domingo, tomarían las riendas del negocio que ha sustentado a ambas familias.

«Teníamos que trabajar mucho, la mercancía era escasa y mi marido se levantaba a las cuatro de la mañana para comprar el género y llevarlo a la parada. Luego, mis hijos mayores, antes de irse al instituto también tenían que ir a comprar al mercado y descargar la fruta y la verdura en el mercado. Ahora es diferente, hay más comodidades, y vayas a la hora que vayas siempre hay género», relata Pili. «Ha sido una vida de pocas subvenciones, trabajar mucho y pagar como locos», añade.

A lo largo de todos estos años, su hermana Fina se ha desenvuelto mejor en la compra de la mercancía donde le ha acompañado el marido de Pili, y Pilar ha sido mejor vendedora en el puesto del mercado. Cada diez años salía la subasta para coger sitio y, en la última, las Domingo decidieron cambiar a un lugar más cómodo. Es la ubicación actual de la parada que adquirieron para 40 años. Les resta 14 años de concesión que esperan los culmine su sobrina.

En cuanto a las ventas, Pili dice que siempre ha habido «temporadas buenas y temporadas malas» pero no recuerda ningún momento especialmente difícil económicamente como plantearse cerrar la paraeta, ni en los últimos años que estuvo trabajando ya con la crisis acechando. «La gente de Castelló es muy de costumbres y el mercado ha sido siempre un lugar en el que se sigue haciendo la compra como antaño», asegura María Pilar.

Ahora disfruta de su jubilación, no añora el duro trabajo del mercado y asegura estar viviendo lo que no pudo en otros tiempos. De su generación ya nadie queda en el mercado que, según sus propias palabras, ya está en manos de una segunda generación que echará hacia adelante.